Internacional
Márquez, la mujer de 40 años que trabajó como empleada doméstica y fue minera artesanal y que llegará a la Casa de Nariño en Bogotá.
Gustavo Petro y Francia Márquez hicieron historia este domingo en Colombia. El primer presidente de izquierda del país y el primer costeño llegará a la Casa de Nariño de la mano de la primera vicepresidenta afro de la historia.
Esa dupla, de la coalición Pacto Histórico, obtuvo más de 11,2 millones de votos, una cifra también histórica. Su elección, además, supone un cambio en la manera de llegar al poder en un país que ha estado gobernado históricamente por hombres blancos de élite y urbanos.
Por primera vez una mujer afro llegará a la casa presidencial. Márquez representa y encarna la lucha colectiva por la igualdad de género y étnica. Su vida misma es el reflejo de eso, de ahí que para conocer su historia sea clave detenerse en el lenguaje que ella misma usa.
Ella ha dicho que habla y se comporta como la gente de a pie, como la gente que tiene «las manos callosas» de trabajar, porque para esperanza de unos y desconfianza de otros, la vicepresidenta electa representa a una Colombia que habla distinto, que ha crecido lejos de los centros de poder y que ha sobrevivido en carne propia a una guerra de décadas. O como ella dice: representa a los nadies y las nadies del país.
La hazaña de Márquez no termina con su llegada al poder. Ahora tendrá que materializar su propuesta de cerrar la brecha de la desigualdad.
«Es importante decir que a pesar de que ella es una buena noticia para las mujeres, eso no quiere decir que el tema de género haya estado en el centro de la campaña de Gustavo Petro. Es decir, no va a ser la prioridad del gobierno y va a depender de ella y de las mujeres que la sigan que así lo sea.
«Lo que vamos a ver, seguramente, van a ser grandes esfuerzos por tratar de abrir espacios de equidad y por tratar de eliminar formas de discriminación sistemática», explica Sandra Borda, analista política y docente de ciencia política en la Universidad de los Andes.