Camilo y Evaluna Montaner habían planeado el parto en casa para la llegada de su segundo bebé, Amaranto, tal como lo hicieron con su hija Índigo. Sin embargo, su experiencia fue diferente a lo que esperaban. Tras semanas de contracciones irregulares, Evaluna finalmente comenzó a sentir dolores persistentes, lo que les hizo pensar que el momento de dar a luz estaba cerca.

Después de seguir el consejo de su partera, la pareja se preparó para el parto, pero todo sucedió mucho más rápido de lo que imaginaron.

La fuente de Evaluna se rompió, y en medio de la noche, el parto comenzó, tomando por sorpresa a la pareja y dejando poco tiempo para avisar a la familia. Durante el parto, Evaluna sintió una fuerte necesidad de pujar, mientras que Camilo se asustó al ver que las contracciones se volvían más intensas.

Con nerviosismo, esperaron a la partera, pero el parto ocurrió de manera tan rápida que la familia no llegó a tiempo para presenciarlo. La pareja, que había decidido no saber el género del bebé, disfrutó de un momento íntimo en el que, tras una cómica confusión con el cordón umbilical, descubrieron que Amaranto era una niña.

Camilo reflexionó sobre lo «poderoso» del cuerpo de su esposa y expresó cómo la inseguridad que sintió contribuyó a que el parto fuera una experiencia tan especial y única.

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