Las ciudades son barómetros del progreso de las naciones. Cuando ellas prosperan, también lo hacen sus países. Y cuando son frágiles, es más probable que sus naciones sufran una amplia variedad de males, desde el deterioro de la calidad de vida hasta la disminución de la inversión extranjera directa. Las tasas de criminalidad son medidas especialmente útiles de la fragilidad urbana. El homicidio es un indicador de alerta temprana particularmente conveniente precisamente porque es la categoría de delito más grave y a la que se sigue más cuidadosamente.

Sin embargo, la disponibilidad limitada de datos estandarizados a nivel de ciudad sobre la violencia criminal hace que sea sorprendentemente difícil rastrear los delitos letales y no letales. En ese contexto, el Homicide Monitor, uno de los mayores depósitos públicos de estos datos del mundo, toma el pulso a ciudades con al menos 250.000 habitantes. Sus hallazgos de 2023 muestran que las ciudades de América Latina y el Caribe (ALC) continúan registrando tasas de homicidio especialmente altas. También revelan signos de progreso en algunos lugares y nuevos motivos de preocupación en otros.

Como en años anteriores, ALC albergaba más de 40 de las 50 ciudades con más asesinatos del mundo en 2023. Los países con más ciudades en esta lista son Brasil (13), México (11), Estados Unidos (7), Sudáfrica (6), Ecuador (5) y Colombia (3), seguidos de Venezuela, Guatemala, Jamaica, Haití y Lesotho con uno cada uno. Las ciudades de ALC dominan la clasificación, pero se están produciendo cambios notables en la región debido a la evolución de la dinámica del crimen organizado y a las intervenciones de seguridad pública.

La ciudad con la tasa de homicidios más alta del mundo en 2023 fue Durán, Ecuador. En 2020 ocupó el puesto 453, y el año pasado registró una tasa de homicidios de 148 por 100.000 habitantes. La explosión de violencia organizada en Durán y otras ciudades ecuatorianas como Manta, Guayaquil, Machala y Portoviejo es una tragedia anunciada. Han sido los más afectados por la rápida escalada de la guerra contra las drogas en el país, entre pandillas ecuatorianas rivales y grupos criminales colombianos, mexicanos y albaneses por el control del tráfico de cocaína.

La tasa nacional de homicidios de Ecuador aumentó de 5,7 por 100.000 en 2018 a 45,1 en 2023, lo que lo convierte en el país más violento de América del Sur. A principios de este año, el presidente Daniel Noboa declaró un “conflicto armado interno”. En un referéndum de abril, los ecuatorianos votaron abrumadoramente a favor de una respuesta militarizada al crimen que ha incluido sentencias de prisión más largas para delitos graves que van desde el tráfico de drogas hasta el lavado de dinero y el uso de las fuerzas armadas para el mantenimiento del orden.

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