El obispo de Chilapa-Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza, fue dado de alta y salió de un hospital particular la noche del jueves, tras haber estado internado desde el lunes. Al salir del hospital, la Fiscalía de Morelos retuvo al clérigo varios minutos, buscando obtener su declaración sobre los hechos, pero éste no quiso dar su testimonio.
Esta hospitalización se debió a un supuesto secuestro exprés del cual supuestamente habría sido víctima el fin de semana anterior, aunque ahora las versiones contrastantes entre el Gobierno de Morelos y de la Fiscalía General del Estado (FGE) han generado dudas sobre el caso.
Rangel Mendoza fue llevado en una ambulancia a su residencia en Jiutepec, acompañado de amigos y familiares alrededor de las 19:30 horas. Su estado de salud fue descrito como “delicado”, según informó su nuevo abogado, Luis Alberto Vázquez Cisneros, quien además anunció que no se emprenderían acciones legales hasta que el obispo se recupere completamente.
Vázquez Cisneros señaló que el obispo, en su condición de víctima, no estaba obligado a declarar ante las autoridades y que ejercería su derecho hasta su total recuperación. Durante este tiempo, Salvador Rangel no ha sido notificado de las diversas reacciones públicas y en redes sociales sobre su caso, manteniendo un bajo perfil por consejo de su defensa.
Asimismo, Vázquez Cisneros señaló que pudo hablar un poco con el monseñor: “Lo que a mí me manifestó es que salió de su domicilio, se detuvo en un Oxxo a comprar algo y de ahí él perdió el conocimiento”, dijo a Milenio, y señaló que él no le dijo que entró a un motel.
El abogado reiteró la importancia de esperar a que finalice la investigación por parte de la Fiscalía antes de realizar cualquier afirmación y cuestionó la difusión de información por parte del comisionado Estatal de Seguridad, José Ortíz Guarneros. Aseguró que hay posibilidad de presentar una demanda en su contra por daño moral por publicar información parcial sobre el caso.