Internacional
El gobernador Kevin Stitt aseguró que «la vida comienza en la concepción», por lo que su deber es proteger tanto la vida del bebé como de la madre.
El gobernador del estado de Oklahoma, Kevin Stitt, firmó este miércoles una ley que prohíbe el aborto desde el momento de la fecundación, convirtiendo a este estado en el más restrictivo en cuanto a la interrupción voluntaria del embarazo en Estados Unidos.
Las únicas excepciones en la ley de Oklahoma, una legislación aprobada el pasado viernes en una votación con 73 votos a favor y 16 en contra, son para salvar la vida de la mujer embarazada o en caso de una violación o incesto denunciadas a la Policía.
Aunque el proyecto de ley considera que un embarazo comienza con la fecundación y no con la implantación, no se restringe el uso de formas de anticoncepción que evitan que un óvulo fertilizado se implante en el útero, según recogió la cadena CNN.
“Desde el momento en que la vida comienza en la concepción es cuando tenemos la responsabilidad como seres humanos de hacer todo lo posible para proteger la vida de ese bebé y la vida de la madre”, dijo Stitt, de acuerdo con CNN.
El estado de Oklahoma dio su aprobación final a principios de abril a este proyecto de ley que prohíbe casi de forma total el aborto en una serie de medidas que buscan castigar a los proveedores de estos servicios, tanto con demandas por parte de ciudadanos privados como incluso con penas de prisión.
La Casa Blanca ya denunció la semana pasada que la ley adopta “el absurdo plan de Texas de permitir que los ciudadanos particulares demanden a sus vecinos por prestar servicios de salud reproductiva y ayudar a las mujeres a ejercer sus derechos constitucionales”.
Tras la filtración de un borrador del Tribunal Supremo que revertía, de forma no oficial, el histórico fallo de ‘Roe versus Wade’, un texto de 1973 que implica el reconocimiento del derecho al aborto a nivel federal, miles de manifestantes se concentraron en distintas ciudades de Estados Unidos para protestar en contra.
La mayoría de los estadounidenses (61 por ciento) apoyan que el aborto sea legal, según un macroestudio del Pew Research Center realizado en marzo. Solo el 8 por ciento consideran que debe ser ilegal, mientras que el 29 por ciento cree que debe ser ilegal salvo en unos supuestos limitados.