Además de ser la soberana más longeva del mundo y una experta criadora de caballos, Isabel II lleva dentro una empresaria que le ha llevado a comercializar varios productos basándose en sus propios gustos, como una lujosa ginebra elaborada en el palacio de Buckingham con ingredientes de los jardines reales, su propia marca de cerveza o una línea de condimentos.
Su última gran apuesta es una colonia para perros llamada Happy Hounds que cuesta 9,99 libras (13,53 dólares) y que se puede comprar en la tienda de regalos de Sandringham, la finca en el condado de Norfolk, Inglaterra, donde pasa la Navidad.
Cada bote se vende en un pack que incluye un champú, huesos de caza y un juguete de tweed para perros.
La fragancia se presenta como un perfume unisex que huele a «paseos costeros» y tiene un «aroma rico y almizclado con notas cítricas de bergamota«.
Se trata de su última apuesta de la reina en el rentable mercado del cuidado de mascotas, que ella conoce muy bien como la orgullosa propietaria de corgis y dorgis –ha criado 14 generaciones y tenido más de 30 de ellos–; en los últimos años ha creado una gama de galletas para perros o una línea de aperitivos caninos llamada Game Bones y aromatizada con venado.