Gabriel Boric y José Antonio Kast se imponen a las fuerzas tradicionales en la primera vuelta con dos propuestas de país antagónicas.
Chile vivirá unas semanas con el país partido en dos a la espera de elegir presidente. El ultraderechista José Antonio Kast y el izquierdista Gabriel Boric se disputarán el 19 de diciembre el relevo de Sebastián Piñera en La Moneda, tras imponerse en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de este domingo.
Kast ha sumado el 28% de los votos, frente al 25,5% de su rival, con casi el 100% escrutado. Será el duelo entre dos modelos de país diametralmente opuestos: por un lado, el que reclama seguridad y la restauración de la paz perdida desde que las revueltas de 2019 sacudieron las raíces de la transición democrática iniciada en 1990; por el otro, el que no está conforme con los logros del “milagro chileno” y quiere un cambio de rumbo radical que sume derechos sociales.
Desde ya comienza un proceso de alianzas con las formaciones de centro, que quedaron fuera de la pelea perdiendo la fuerza que tuvieron antaño. Pese a la trascendencia del voto y la polarización del debate político, la mitad del electorado se abstuvo (los datos oficiales situaron la participación en el 47% del censo).
José Antonio Kast es un ultra que llegó a proponer una zanja en el norte del territorio para detener a los inmigrantes. Ha mostrado simpatía por el brasileño Jair Bolsonaro, Donald Trump y el partido Vox en España. Su agenda económica es la de un liberal extremo y su agenda social la de un conservador que rechaza el aborto o el matrimonio igualitario.
En su discurso de celebración, Kast insistió en la estrategia que más votos le trajo: dijo que su eventual Gobierno se concentrará en luchar contra la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo. “La única candidatura que va a recuperar la paz, que es la alternativa para enfrentar a los delincuentes y el narcotráfico y que pondrá fin al terrorismo es la nuestra. Gabriel Boric y el partido comunista quieren indultar a los vándalos que destruyen. Hay que decirlo, fue Boric y el partido comunista los que se reúnen con terroristas asesinos y nunca han estado del lado de las víctimas del terrorismo y la delincuencia”, dijo.
Gabriel Boric, candidato de la alianza de izquierda Apruebo Dignidad, representa la agenda de los jóvenes que protagonizaron las revueltas sociales. Con 35 años, un triunfo en diciembre lo convertiría en el presidente más joven que jamás haya pisado La Moneda.
Boric era un líder estudiantil en 2011, cuando se produjeron las primeras protestas callejeras por una educación y una salud pública gratuitas y de calidad. Sus propuestas, elaboradas en alianza con el partido comunista, suponen un giro de 180 grados al liberalismo económico que marcó el desarrollo chileno de los últimos 30 años.
Boric ha prometido mayor presencia del Estado en la economía y, sobre todo, terminar con el modelo de pensiones, hoy en manos privadas. Esta noche, Boric le contestó directamente a Kast. “A quienes le temen a la delincuencia les decimos que vamos a estar con ustedes y que seremos implacables con el narcotráfico”, dijo. También pidió evitar la “arrogancia” para convencer a aquellos que no votaron por Apruebo Dignidad. “Lo que tenemos que hacer es entender por qué eligieron alternativas distintas, y convencerlos de que somos un mejor camino para conducirlos hacia un país más justo. Para poder ganar en esta segunda vuelta tenemos que ser humildes y receptivos”, agregó.
El presidente que surja de la elección del 19 de diciembre tendrá un desafío enorme. Deberá gobernar un país crispado, con amplios sectores que reclaman una transformación radical y otra que solo quiere restaurar lo perdido.
Deberá convivir además con la Asamblea Constituyente que en estos momentos redacta una nueva Constitución que entierre la heredada de Augusto Pinochet. La Asamblea fue la respuesta política a las revueltas de octubre. Y su conformación reflejó las demandas del momento. Integrada por una mayoría de candidatos independientes, alineados sobre todo a la izquierda, elaborará un texto que tendrá que ser refrendado en una votación popular.