El sector fronterizo de Yuma, que abarca más de 200 kilómetros de terreno desértico, es uno de los que ha visto un mayor incremento en los cruces durante el mes de marzo, en comparación con el mismo periodo de 2020.
En el estacionamiento de un centro comercial, frente a un local de hamburguesas, fue donde en febrero pasado, el gobierno estadounidense empezó a dejar a los migrantes que cruzaron la frontera ilegalmente desde México al pueblo fronterizo de Yuma, Arizona.
Sin mucho tiempo de haber atravesado la frontera, estos migrantes se habían entregado a la patrulla fronteriza, para después ser procesados y abandonados a su suerte en el estacionamiento.
Como todo extranjero, la mayoría no sabía que se encontraba en esa comunidad receptora de inmigrantes cultivadores de lechuga, no de solicitantes de asilo y así quedaban a la deriva.
Sin una estación de autobuses, ni albergue y con tan solo un aeropuerto que tiene vuelos a dos ciudades, en la localidad de menos de 100.000 habitantes los migrantes quedaban a la deriva.
Con la llegada del demócrata Joe Biden a la presidencia el pasado enero, el número de cruces fronterizos ha aumentado exponencialmente y, de acuerdo a su propio gobierno, está en vías de alcanzar récords no vistos en 20 años.
El sector fronterizo de Yuma, que abarca más de 200 kilómetros de terreno desértico, es uno de los que ha visto un mayor incremento (más del 200%) en los cruces durante el mes de marzo, en comparación con el mismo periodo de 2020.
Durante el mes de abril, 14 mil migrantes fueron interceptados en el sector.
Aunque la gran mayoría de los migrantes interceptados son expulsados de vuelta a México con el argumento de la pandemia, algunos son admitidos.
Así, todas las mañanas Fernando Quiroz «Fernie», nativo de Yuma, recibe una llamada del servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), en la que le indican el número de migrantes que liberarán ese día.
Fernando es profesor voluntario de lucha libre en la escuela secundaria local y ahora, también, se dedica a coordinar el recibimiento de los migrantes una vez quedan fuera de custodia
Hijo de inmigrantes mexicanos, Quiroz y otro grupo de locales han adquirido la responsabilidad de hacer pruebas de coronavirus a los recién llegados, pues el gobierno no las proporciona.
Las oficinas para procesar a los migrantes no dan abasto y en el caso de Yuma, en días recientes se habilitó una infraestructura temporal que puede albergar hasta a 250 migrantes por un límite legal de 72 horas.